Parece increíble pero ahora todos los medios de comunicación se indignan por el caso Harvey Weinstein y toda la mierda que ha salido a flote: Infinidad de personajes del mundo del espectáculo que aprovecharon su influencia y su capacidad de crear y destruir carreras para abusar y vejar de la peor manera a jóvenes mujeres así como hombres.
¿¡Es que nadie lo sabía!?
Es un secreto a voces que para avanzar en ese medio muchas veces es necesario «quedar bien» con los poderosos. Infinidad de carreras se han cimentado en productores y representantes sin escrúpulos que cobraron en «cuerpomático» a aquellos que querían hacer carrera.
Desde las épocas del cine mudo, pasando por los años de la edad de oro, siempre pudimos encontrar ese «rumor» de una historia sórdida en la que una actriz tuvo que otorgar favores sexuales.
Sin embargo, ahora que alguien se animó a poner nombre y apellido, y de que muchos y muchas los siguieran, los medios se escandalizan y se rasgan las vestiduras. Como si nadie lo hubiera sabido… Como si nadie se lo hubiera imaginado.
Por cierto, desde esta república bananera estamos también muy contentos escandalizándonos de los gringos sin acordarnos que aquí en México es una práctica tan común como allá. Las exigencias del «Tigre» Azcárraga son legendarias mientras que los patéticos berrinches y antojos de Raúl Velásco eran la caseta de cuota para poder aparecer en la fábrica de estrellas que era el programa «Siempre en Domingo».
En mi caso personal recuerdo haber visto varias veces a Luis de Llano bien «acarameladito» con Thalia cuando esta no había cumplido siquiera los 17 años.
Si se van a poner a criticar y ha juzgar los escándalos sexuales de Hollywood y Broadway más les valdría primero voltear a ver primero a Chapultepec 28 o al Ajusco para enterarse de las cosas que pasan en estos lares.
No sean hipócritas.